• EL LAZO CON DON BOSCO

    Enseñarnos a aprender

    Por María Noel Pérez del Castillo

En cuanto me consultaron si quería dar una mano en el Colegio Don Bosco enseñando hockey, no dudé un segundo. ¿Cómo podía dudar? Estar con amigas que quiero tanto, ayudando en una causa tan linda y enseñando lo que más me gusta hacer en el mundo, eran razones más que suficientes para embarcarme en este proyecto.

Y así miércoles a miércoles rumbeamos para Don Bosco, nos alejamos del verde sintético de la cancha nuestra, para internarnos en otra realidad. Nos recibe una cancha precaria, con algún basural alrededor, unos cuantos pozos que se transforman en barro cuando llueve y un par de caballos flacos que andan deambulando y que cada tanto levantan la cabeza para curiosear.

Así era la cancha el primer día que fui. Pero es tan linda la experiencia que vivo cada miércoles, que la cancha se ha ido transformando: ya la veo más verde, más linda, extraño los caballos cuando no están y el barro ni lo veo. Todo esto sucede porque todo se transforma cuando aparece esa manada de niñas vestidas de uniforme azul con caritas y dientes sonrientes y empieza la espectacular tarea de transmitirles nuestra pasión por el hockey.

Ellas sienten una felicidad enorme al vernos, pero más felices somos nosotros de tener la oportunidad de estar ahí. El colegio Don Bosco, con su fuerte educación salesiana, es un ejemplo de las cosas bien hechas. Se respira cariño y contención en cada aula, en cada patio, en cada maestra, en cada gesto.

Viernes a viernes les hemos ido enseñando a hacer derecho revés, a hacer el salta pelotita, a llevarla en conducción, a hacer push y shoot. Pero sobre todas las cosas, lo que han logrado estas niñas es enseñarnos a aprender. Aprender de otras realidades, aprender lo lindo que es dar, aprender el valor de las cosas, aprender lo importante de un abrazo en el momento justo.

De este año me llevo recuerdos varios, snapshots de momentos increíbles: las lágrimas exageradas de una niña por un golpe insignificante, lágrimas que eran mucho más que ese pequeño golpe; actitudes de compañerismo entre ellas que te emocionan; vernos a Vale y a mi jugando con ellas, desesperadas por ganarle al equipo de la Rubia y Pepi, porque no podemos con nuestro genio; las coreografías en el patio, el festejo en Halloween con disfraces y caramelos, una merienda compartida que nos dejó atónitas por lo respetuosas, educadas y generosas de cada una de las niñas al momento de servirse y de invitarnos con las cosas ricas que habían traído de sus casas.

Seguro al final del año, ellas habrán aprendido algunas habilidades del hockey y los lindos valores de este deporte, pero lo más importante de este proyecto es el intercambio de experiencias, que se sientan acompañadas e incluidas en esta sociedad, poder darles ese abrazo que precisan cada miércoles y transformar muchas veces una estación de ejercicios en una pequeña reunión terapéutica porque hay días que precisan contarte taaaantas cosas.

Gracias al Colegio Don Bosco y al Club por darnos esta oportunidad, esperando volver a encontrarnos el año que viene en esa cancha con esas niñas llenas de ilusiones.

Comisión de Responsabilidad Social
Por Gonzalo “Mono” Arancibia

La Comisión de Responsabilidad Social se creó en el 2014 con el fin de tener un espacio dentro del Club para que los socios puedan crear una empatía frente a la sociedad.
Desde ese año varias fueron las actividades que se desarrollaron, pero la creación de una escuela de rugby y hockey en La Escuela Don Bosco es una de las que más se ha desarrollado y generado un movimiento constante todos los miércoles de socios a enseñar estas actividades en la institución de Camino Maldonado.

Lo que se pensó para que los jóvenes puedan tener su espacio de apoyo a la sociedad fue contagiando a otros “no tan jóvenes” y así se formó un grupo de socios de todas las edades. Unos años después se invitó al CAS de Colegio a sumarse a este proyecto.

Yendo particularmente al rugby y su primer año (cuarto de primaria) se busca primero que conozcan el deporte y se diviertan jugando con la pelota sin reglas precisas del rugby. A medida que pasa el tiempo se les comienza a hacer notar que es un deporte de contacto y se enseñan medidas básicas de protección. Importante también que es un deporte de disciplina ya sea en los entrenamientos como en los partidos sabiendo que con disciplina se puede divertir y disfrutar de las prácticas. Terminan sexto año de vprimaria disfrutando del juego con amigos e intercambiando partidos con el British así como con otros colegios y clubes.

Hoy, luego de 6 años de actividad, Don Bosco es una realidad con chicos a los que se les hizo conocer este deporte y ojalá en pocos años podamos ver jugadores que nacieron en Don Bosco  jugando en planteles superiores de Clubes del Uruguay.

Desafortunadamente este año y a consecuencia del COVID la actividad no se ha podido desarrollar, esperando normalizarla lo antes posible.

Invocamos a más socios a participar de esta actividad que nos llena de satisfacción y genera en los chicos valores y diversión asegurada.

Cuando estábamos organizando el seven de selecciones en febrero nos faltaban ball boys y se nos ocurrió pedir ayuda a Alan Bertaco, ex jugador de OBC y Liceo Jubilar, que enseña rugby en una escuela en Manga. Además de ser una ayuda,  fue tremenda experiencia para todos, los chicos pudieron entrar a la cancha del charrúa y estar cara cara con los jugadores de primer nivel del seven.

Alan enseña rugby en esta escuela hace 2 años, con gran apoyo de un maestro, Federico y una maestra. Gracias al fanatismo de Federico por el rugby, lograron empezar a inculcarlo en niñas y niños de la escuela.

Tan grande fue el envión, que empezaron a ir niños y ex alumnos de la escuela a las prácticas. Están todos muy fanatizados con el rugby, han ido a ver a la selección, fueron a la final de clubes 2019, etc. El mundial lo vivieron como todos a los que nos gusta el rugby, se levantaron a ver los partidos de madrugada y el día del partido con Fiji todos llegaron a la escuela hablando de la victoria.

Para que tengan una: idea juegan todos por igual hombres y mujeres y por lo general nos decían que las mujeres son hasta mejores, y el capitán del equipo es una mujer.

El sacrificio que hacen los maestros para llevar a cabo esto es impresionante. Han involucrado a los padres haciéndoles entender que el rugby, un deporte totalmente desconocido en el barrio, no es el deporte violento que aparenta, sino que transmite unos valores tremendos.

Con todo esto de la pandemia, se vieron distanciados pero igual han estado en los últimos meses en contacto con el rugby, haciendo distintas actividades, completando álbumes de figuritas de los teros, etc.

Fue hace un mes aproximadamente que Alan se contactó conmigo para ver si podíamos tener algunas pelotas como para que los niños puedan tener en sus casas y no perder el contacto con el deporte, juntarse con los vecinos y por lo menos, pasarse la pelota.

El club nos dio las pelotas para llevarles y quisimos aprovechar con Alan para invitar a Fatiga (Andrés Vilaseca), poder organizar una charla y una práctica. Por razones climáticas se fue atrasando y terminamos yendo el 8 de Julio, que fue justo el día que retomaron las prácticas. Fuimos con Pishi (Federico Pérez), Fatiga, el Mono Santiago Arancibia (padre) y yo.

Estuvimos media hora conversando con los chicos, les contamos cómo vivimos esta pandemia nosotros, lo difícil que fue para el club y para el entrenamiento y el deporte en general y como habíamos logrado superarlo de forma aislada. Hablamos un poco de como vivíamos el rugby en el club y después Fatiga conto su experiencia en los teros y en los mundiales. Esto fue lo más lindo de todo porque ellos estaban realmente impresionados de tenerlo ahí, y Fatiga les comentó el sacrificio que tuvo que hacer para llegar a donde llegó. Le hicieron muchas preguntas, muy buenas y terminamos entregando las pelotas.

Después de eso hicimos unos ejercicios de monito simples, (era su primera práctica después de 3 meses).

Terminó la “practica”, nos sacamos unas fotos y compartimos la merienda. Ahí intercambiamos con los maestros y una madre de tres niños que estaban entrenando, que participa activamente en las actividades del rugby de la escuela.

Es impresionante lo que hacen los maestros en un barrio con los niños en la situación en la que viven y como trabajan fuera de horario, cuando terminan las clases o los fines de semana. Es impresionante ver como se elevan de esas situaciones críticas y complicadas y logran incentivar a desarrollar un deporte que nadie conoce en la zona y creen ciegamente que es un camino a la inserción social y una herramienta perfecta para transmitir buenos valores. Sin dudas el laburo de ellos y de Alan ya se nota, tienen aproximadamente treinta niños y niñas que sienten una identidad con las “Águilas” como se denominaron.

Lograron tener un nombre, hicieron un escudo y el año pasado recibieron una donación de camisetas.

Quedamos en que cuando se pueda, vamos a compartir una jornada completa en el club, un sábado, haciendo una práctica temprano y que nos acompañen a vivir una jornada de sábado en el club, viendo todos los partidos.

Revista Oficial
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