En abril/mayo de 2014 viajamos con 31 jugadores del Colegio y 4 staff (Cesar Cat, Rodrigo Anguita, Bernardo Garat y yo) a Nueva Zelanda, Japón y Australia.
En Nueva Zelanda jugamos con el Auckland Grammar School, un colegio muy prestigioso tanto en lo académico como en lo deportivo. Este colegio ya produjo más de 50 All Blacks, entre ellos los mellizos Whetton, Grant Fox y Doug Howlett.
Desde Auckland a Fukuoka con escala en Seúl. Nuestro destino: el Global Arena de Munakata, cerca de Fukoka en el sur de Japón, donde por tercera vez (2010, 2012 y 2014) íbamos participar del Mundial de Rugby Colegial. El torneo se juega anualmente desde el 2000 y participan colegios de Francia, Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelanda, Sud África, Corea, Fiji y los mejores 8 colegios de Japón, desde el punto de vista del rugby. Los partidos se juegan durante la Golden week de Japón del 29 de abril al 5/6 de mayo, en tiempos reducidos (25 minutos cada tiempo). Los equipos se dividen en 4 pools de cuatro y clasifican los dos primeros de cada grupo para ronda de arriba y los 2 últimos de cada grupo para ronda perdedores. Todos los equipos juegan 6 partidos en 8 días. Muy, muy exigente.
Santiago Civetta era el menor de todo el grupo, con 16 años, pero por su nivel alternaba como titular. Ese año anduvimos bien ya que clasificamos con los 8 primeros y perdimos con 14 jugadores, un cuarto de final durísimo en la última jugada con el colegio de Francia. Previo al penúltimo partido Santiago empezó con fiebre, pero hasta ahí todo parecía dentro de lo normal. Entra a jugar el penúltimo partido y a los cinco minutos tiene que salir por un golpe a nivel del glúteo que no le permitía correr. Siguiente a eso jugamos el último partido y Santiago ya recuperado, juega y rinde muy bien.
Al otro día viajábamos desde Fukuoka a Sydney con escala corta en Shanghái. Nos levantamos temprano y cuando me encuentro con Santi, me dice que había pasado la noche muy mal con mucha fiebre y dolor en la rodilla izquierda. Terminamos de juntar todo el equipaje y nos subimos al bus para un paseo por un templo, previo a la ida al aeropuerto. Santi y yo nos quedamos en el ómnibus, ya que no se sentía bien. Ahí pensé que lo mejor era que lo controlaran en el servicio médico del aeropuerto antes de viajar. El consultorio médico estaba cerrado y Santi había mejorado un poco, por lo que nos embarcamos con todo el grupo. No me acuerdo exacto, pero sería un vuelo de dos horas a China, una escala corta y de ahí 10 horas a Sydney.
Al llegar a Shanghái, Santi caminaba con dificultad por la inflamación de la rodilla, dos veces los sensores de temperatura del aeropuerto sonaron y lo detuvieron para controlarle la fiebre, pero lo dejaron seguir. Yo trate de buscar si había un lugar donde pudiera ducharse y descansar, pero no había nada. Él se sentía cada vez peor y la rodilla realmente lo estaba complicando por lo que la perspectiva del vuelo largo era difícil. Hablé en la compañía para que viajara en Business o Primera pero el vuelo estaba completo. Ahí preguntamos si había posibilidades de que él y yo nos quedáramos y viajar al otro día, a lo cual nos dijeron que ningún problema.
Hablo con Cesar y Rodrigo (Tonga viajaba vía Hong Kong con un solo alumno, porque ese alumno se había anotado último en el viaje y no había posibilidad de que viajara con todo el grupo), les explico mi idea de quedarme una noche en un buen hotel, descansar bien y viajar al otro día. Decidimos que eso era la mejor opción y allí arranco nuestro vía crucis en Shanghái.