fbpx

En la mayoría de los países del mundo actual, las sociedades se han transformado en sistemas sociales muy complejos, estructurados principalmente dentro de un sistema económico capitalista, y un sistema político republicano y democrático. Estos aspectos son los que nos han dado los niveles necesarios de libertad, que han hecho posible que las ideas y las acciones de grandes hombres, se materializaran, con un resultado esperable: niveles nunca antes de vistos de riqueza material, a lo largo de la mayoría del mundo civilizado.

El siglo XX, y especialmente a lo largo de su segunda mitad, ha implicado un salto cualitativo exponencial en nuestro nivel de bienestar general, particularmente en lo que refiere al plano físico y mental. Los avances científicos, sobre todo en el ámbito tecnológico, nos han provisto de bienes inimaginables. Sin embargo, la contracara de esto, ha sido la relegación a un segundo nivel de importancia, de los valores humanos más importantes. Esta carencia nos ha sumido en una cultura donde prima el ego, el corto-placismo, la gratificación inmediata, la complacencia, el hedonismo y la comodidad. La consiguiente falta de verdaderos desafíos, nos ha llevado a dejar de lado un aspecto importantísimo de nuestras vidas, y que las sociedades actuales no logran satisfacer; aquel aspecto de la vida humana que nos hace ser una especie única: nuestra vida espiritual. A pesar de esta abundancia material, sufrimos vacíos existenciales que no solo no sabemos llenar, sino que tampoco sabemos identificarlos, y vamos por la vida cargado de dudas, y sin respuestas.

¿De qué hablamos cuando hablamos de espiritualidad? Todos aquellos que nos hemos cuestionado sobre esta temática, hemos terminado apuntando inevitablemente, en mayor o menor medida, a los “misticismos” y/o al ámbito de la metafísica. Así, en busca de vida espiritual, algunos han viajado a Perú, buscando guía y consuelo en conexión con la Pachamama, y el rito de la ayahuasca. Otras personas, se juntan a rezar el rosario. Otros van a misa y se confiesan. También están quienes pretenden iniciarse en ritos chamánicos, o están tan bien, aquellos más prácticos que recurren a soluciones más pragmáticas, como la última técnica de Yoga, leer a Osho, abrirse los registros Akashikos, o hacer Reiki. Yo opino que estas actividades son completamente válidas, e incluso pueden ser muy efectivas. Sin embargo, también he podido concluir que solo lo serán, si se realizan como actividades complementarias, enmarcadas dentro de un plan de vida, mucho más tangible, terrenal y funcional. De otra manera, estas prácticas no solo no serán efectivas; por sí solas, no lograrán resolver nuestros problemas espirituales, y nos confundirán.

¿Por qué?

Por qué la verdadera vida espiritual no se basa en misticismos, ni en técnicas ni en ritos específicos (por más que como dije antes, eventualmente podemos recurrir a ellos de forma complementaria). Tampoco debemos buscar las respuestas afuera de nosotros, ya que las respuestas están enteramente dentro de uno, y emergerán de forma natural y orgánica, si uno las busca. Por lo tanto, opino que la verdadera vida espiritual activa, no es más ni menos que una vida en constante motivación, en la realización de un propósito que nos impulse a crecer como humanos, y que le dé sentido a nuestra vida. En otras palabras, una vida enfocada por un propósito de vida, está directamente relacionada a una felicidad duradera y estable. En Zen Mind, Beginner’s Mind, el maestro Zen, Shunryu Suzuki Roshi escribe: «En la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la de expertos, hay pocas».

¿Qué es un propósito? Un propósito es aquel objetivo alrededor del cual estructuramos nuestras vidas, una fuente de dirección y energía, cuya realización nos impulsa a integrarnos internamente, y con nuestro entorno.

¿Cómo encontrar un propósito? No hay una formula genérica, sino que el camino de cada camino es particular. Sin embargo, lo qué SI puedo confirmar, es que solo podremos encontrarlo a través del conocimiento personal: el AUTOCONOCIMIENTO. ¿Qué implica el autoconocimiento? Implica salir a la vida a conocerse uno mismo. Aprender sobre nosotros mismos; saber que nos gusta y que nos disgusta; que nos atrae y que nos repele; en que somos buenos y en que somos malos (o no tan buenos); que es aquello que nos divierte y aquello que nos aburre, etc. Pero para conocernos, necesitamos salir a HACER; necesitamos ACTUAR. Lo que Abraham Maslow llamaba, “realizar nuestras potencialidades”, o que Jung llamaba, el proceso de Individuación. Radica en saber qué debo buscar realizar, para ser aquello que debo o quiero ser en la vida.

El camino del autoconocimiento entonces, es el camino mediante el cual gradualmente, logramos despertar nuestro espíritu. A través de nuestro espíritu, que podremos impulsarnos y ser guiados a crecer y a realizarnos personalmente. Podemos ser la persona con el mejor físico, y/o la persona más inteligente y culta, pero sin un espíritu desarrollado, seremos muy poco en términos humanos. Desarrollar nuestro espíritu implica entonces, conocer aquella actividad que nos motiva de forma profunda y personal y que nos impulsa a despertarnos cada mañana. Se trata de lo que ciertos autores llaman, MOTIVACION INTRINSECA, que no es más ni menos que lo que Maslow llamaba en los años 50, nuestra Autorrealización, ubicada en la cúspide de su pirámide de necesidades humanas básicas., y que habitualmente llamamos nuestra PERSONALIDAD. Así como nuestro cuerpo necesita vitaminas para crecer, nuestro espíritu necesita motivación en base a un propósito. Así como la falta de vitaminas enferma nuestro cuerpo, la falta de motivación debilita y enferma nuestra mente y nuestro espíritu.

Comenzar el camino hacia nuestra Autorrealización, no es un camino fácil, ya que tendremos que luchar contra fuerzas internas (y externas) que nos implorarán y nos forzarán a no alejarnos del rebaño; la potencialidad humana es la grandeza, pero sí no peleamos proactivamente por ella, de seguro reinará la apatía y la mediocridad. La línea es muy fina, y debemos traspasar esa barrera divisoria. Los humanos somos naturalmente muy débiles, pero pasado cierto umbral de esfuerzo, superación y crecimiento, podemos aspirar a vivir vidas elevadas. La teoría del Superhombre de Nietzsche, rondaba entorno a este mensaje, y proclamaba que la condición de SER un humano, era solo una etapa intermedia, que debía ser superada. El concepto de Superhombre no refería al ámbito racial obviamente, sino al ámbito espiritual.

Elegir el camino de la grandeza, implica vencer nuestros miedos e inseguridades humanas más profundas. Maslow se refería a éstos, como “el complejo de Jonás”. Jonás fue aquel personaje bíblico, que, al haber sido designado por Dios como profeta, pretendió escaparse de su destino, a bordo de un barco. Sin embargo, terminó en el agua y tragado por un pez gigante. Permaneció en la panza del animal, por tres días y tres noches orando a Yahvé, luego de lo cual fue escupido, habiendo tenido que prometer tomar responsabilidad por aquella vida que debía realizar.

Claro que este relato no es más que una metáfora, de lo que nos sucede a todos: por defecto, la vida socio-cultural actual, nos permite elegir vidas en comodidad, facilidad, docilidad y sin sobre saltos, pero inevitablemente terminamos en “la barriga del pez”, de donde nunca saldremos, si no asumimos la responsabilidad por nuestra propia vida, para convertirnos en quienes queremos ser.

Una vida de Autorrealización, es una gran vida; sin embargo, es solo el primer nivel de espiritualidad al que podemos aspirar. Fue el gran psicólogo y filósofo austríaco, Viktor Frankl, el encargado de definir empíricamente, el segundo y definitivo nivel de espiritualidad. Este maestro es el autor de uno de los mejores libros jamás escrito, Man´s Search for Meaning, que fue publicado en 1946. En dicho libro, no solo relata su ordalía de sufrimiento físico y emocional en los campos de concentración nazi (incluida la pérdida de su esposa y padres), sino que nos deja un gran ejemplo de lo que implica decidir tomar las riendas de nuestras vidas, enfrentar nuestras circunstancias, aprender de ellas, y crecer, sea lo que sea que nos toque vivir. En el caso de Frankl, sus circunstancias fueron las peores, y si bien pudo haber escapado de ellas (en virtud de la visa americana que le fue otorgada en 1942), decidió quedarse debido que a sus padres no les había sido concedida. Producto de ello, marchó con ellos a los campos de exterminio.

El libro es un relato sobre la vida en el infierno, pero es un canto a la vida, a todo lo que está bien en ella, en tanto refiere pone de manifiesto la potencialidad del humano para elevarse por encima de sus condiciones de sufrimiento, y capitalizarlo para crecer. Asimismo, el libro nos enseña acerca del papel importantísimo que tiene en nuestras propias vidas, el relacionamiento y el amor hacia otros humanos, familiares o no.

Las experiencias de la vida del campo [de concentración], muestran que el hombre tiene una alternativa de acción. Había suficientes ejemplos, de naturaleza heroica, que han demostrado que la apatía podía ser superada, y la irritabilidad suprimida. El hombre puede conservar un vestigio de libertad espiritual, de independencia mental, incluso en tan terribles condiciones de estrés psíquico y físico.

Los que hemos vivido en campos de concentración podemos recordar a los hombres que caminaron a través de las chozas consolando a otros, dando su último pedazo de pan. Es posible que hayan sido pocos en número, pero ofrecen prueba suficiente de que todo le puede ser arrebatado a un hombre, menos una cosa; la última de las libertades humanas: la libertad para elegir su actitud ante cualquier circunstancia; la libertad para elegir el propio camino.

A diferencia del propósito de Autorrealizarnos, que es personal y que debe ser buscado dentro de nosotros mismos, el segundo y definitivo nivel de espiritualidad de Frankl, la Autotrascendencia, implica mirar hacia afuera de nosotros mismos, y librarnos del EGO, en la realización de un propósito comunal.  En su libro Authentic Happiness, el autor Martin Seligman, menciona la frase muy simple, pero muy ilustrativa acerca de este punto: la madre de un colega le decía a su hijo cada vez que lo veía mal: “te ves muy serio, ¿Por qué no salís a la calle y ayudas a alguien?”

Nosotros podemos encontrar este camino y aspirar al realizarlo, sin tener que pasar por el mismo grado de horror que Frankl, aun viviendo en la tranquila sociedad en la que vivimos. Los estudios científicos que se han llevado a cabo en estos últimos cincuenta años, han podido demostrar que el desarrollo de nuestra actividad laboral, puede ser el camino adecuado, no solo para realizarnos, sino para trascender.

¿Cómo buscar la Autotrascendencia en nuestro trabajo? Pongo, un ejemplo: ¿notamos que tenemos facilidad y criterio estético para la fotografía? Bueno, entonces procuremos realizar esa potencialidad, exploremos y busquemos autorrealizarnos mediante la fotografía. Si tenemos suerte y lo logramos, cuando hayamos alcanzado un grado de maestría suficiente (o quizás antes incluso), podremos aspirar a trascender, al enmarcar dicha actividad en un esquema social más amplio. ¿Cómo? En el caso de la fotografía, podríamos imprimir nuestras fotografías y regalar a nuestros seres queridos, y buscar en ellos una sonrisa al menos, o quizás, podríamos dar clases de fotografía en zonas carenciadas, o de otra manera, simplemente apoyemos y guiemos a otros en el camino que nosotros mismos hemos encontrado a lo largo de nuestra experiencia personal, y que nos ha permitido florecer. Esta última posibilidad, es la mejor de todas: el procurar ser guías y mentores, al preocuparnos realmente por el otro. Este, amigos, es el grado más elevado de trascendencia.

En definitiva, y concluyendo, el crecimiento físico es automático, en tanto nuestra familia y la sociedad moderna nos asisten bien en ese rol. En el crecimiento mental, la familia y la sociedad también cumplen un papel importante, pero éste implica ya uso de nuestro propio esfuerzo personal.

Asimismo, a partir de cierto momento e nuestras vidas (más específicamente en la salida de nuestra adolescencia), necesitamos empezar a encontrar las respuestas por nosotros mismos; necesitamos experiencias propias que mediante “ensayo y error”, nos permitan conocernos, para transformarnos en el capitán de nuestro propio barco. Sin embargo, para ser un buen capitán, necesitamos aprender el oficio, y decidir hacia donde nos dirigiremos en cada etapa de nuestras vidas. En otras palabras, si queremos ser capitanes, necesitamos una personalidad propia e idiosincrática. Un capitán no puede actuar como las ovejas, que se siguen una a otras, ya que lo que quieren el rebaño, puede no ser lo que yo quiera, o necesite para mí mismo. Si quiero vivir una buena vida, necesito un objetivo propio y una motivación orgánica, que emerja desde lo más profundo de mi ser: una motivación intrínseca. Tengo que ser consciente de que, si quiero aspirar a elevarme hacia los niveles más altos de humanidad, no necesito esperar o pensar en el paraíso en el cielo, sino que puedo encontrar el nirvana aquí en la tierra, al vivir motivado, inicialmente por mi Autorrealización, y luego rendir mi ego, en favor de mi Autotrascendencia.

No tengamos miedo, ni complejos al pretender ser lo mejor que queremos y podemos ser; aspiremos a ser Titanes, ¿y por qué no?, Dioses. Tampoco busquemos soluciones rápidas; NO LAS HAY. El camino es largo, tempestuoso y conflictivo, pero la recompensa es gigante, y cuanto antes la encontremos en nuestras vidas, mejores vidas tendremos. Generalmente, elegir el camino de la grandeza, nos avergüenza y nos aplasta, pero tenemos que saber que es imprescindible elegirlo y realizarlo.

He descubierto que es fácil demostrar esto a mis estudiantes con el simple hecho de preguntarles: “¿Quién de ustedes en esta clase espera escribir la gran novela norteamericana?, ¿o ser senador, o gobernador o presidente? ¿Quién quiere ser Secretario General de las Naciones Unidas? ¿O un gran compositor? ¿Quién aspira a ser un santo, quizá, como Schweitzer? ¿Quién de ustedes será un gran líder?” por lo general, todos dejan escapar una risita nerviosa, se ruborizan y se mueven inquietos hasta que pregunto: “¿Si nadie de ustedes, entonces quién?” Lo cual es por supuesto, la verdad. Y de la misma manera, cuando presiono a mis estudiantes de postgrado para que traten de alcanzar estos niveles superiores de aspiración les digo: “¿Qué gran libro están planeando secretamente escribir?” Y entonces se ruborizan y empiezan a tartamudear hasta que se salen por la tangente. ¿Pero porque no habría de hacer esa pregunta? ¿Quién más escribirá libros de psicología sino los psicólogos? Por tanto, puedo preguntar: “¿Acaso no planea ser un psicólogo?” “¿Bueno, pues sí? ¿Y se está preparado para ser un psicólogo mudo o inactivo?” “¿Cuál es la ventaja de eso? Ese no es un buen camino hacia la autorrealización. No, usted desear ser un psicólogo de primera, lo que significa ser el mejor, lo máximo que usted sea capaz de llegar a ser. Si está planeando con toda intención ser menos de lo que es capaz de ser, entonces le advierto que será profundamente desdichado el resto de su vida. Estará evadiendo sus propias posibilidades”.- Abraham Maslow, The Farther Reaches of Human Nature, 1971

La buena noticia es que contrariamente a lo que habitualmente se cree, no debemos transitar este camino solo. Por el contrario, NECESITAMOS modelos de vida. Siempre, todas las civilizaciones han necesitado de líderes que, al revelar sabiduría, y guiar a las personas en caminos de transformación personal cambian sociedad y culturas. Y es aquí donde fallan las sociedades modernas, y sobre todo la uruguaya. Ahora que sabemos que no solo vivimos de soluciones materiales y físicas, y que necesitamos soluciones espirituales, ¿Dónde están aquellos líderes, que nos ayuden a encontrar el sentido de nuestras propias vidas? ¿Dónde están las empresas que cumplan este papel?

La verdad es que a medida que la lucha por la supervivencia ha disminuido, ha surgido la pregunta: ¿supervivencia para qué? Cada vez más personas hoy en día, tienen los medios para vivir, pero no tienen un sentido por el cual vivir.The Unheard Cry for Meaning, Viktor Frankl

Revista Oficial
-

Desarrolo web CreaWeb