Nacho y los amigos de la Magazine me vuelven a pedir historias del Club. Miro las paredes de la Sede y las encuentro en una cantidad de camisetas encuadradas.
En cada una de ellas hay una historia escondida, un motivo que las hizo llegar a ese lugar.
EL «GRAZIE» DE DAVID CAMPESE
Entre las camisetas de rugby, hockey y fútbol colgadas, hay una blanca con vivos negros de los Barbarians Sudamericanos.
Dice «Grazie Sempre» y lleva la firma de una de las leyendas del rugby mundial, el australiano David Campese.
Campese fue campeón del mundo en Inglaterra en 1991 integrando uno de los mejores equipos de todos los tiempos: los Wallabies que dirigía Bob Dwyer. Un equipo formidable donde destacaban el hooker Phil Kearns, el segunda línea John Eales, el ala Simon Poidevin, los medios Nick Far-Jones y Michael Lynagh, los centros Tim Horan y Jason Litlle.
Pero la estrella era sin duda David Campese, inventor del «goose step» un cambio de paso raro que lo convirtió en un gran definidor y tryman.
Esos Walllabies le ganaron la final del mundo en 1991 a Inglaterra en el estadio de Twickenham, Londres.
Campese o «Campo», como le decían, fue quien más trys convirtió y elegido el mejor jugador del torneo.
Después de eso vino varias veces a jugar el Seven de Punta del Este que organiza el Club. Eran épocas de rugby amateur que permitía que los mejores del mundo vinieran al Uruguay a cambio de pasar una semana en la playa.
En 1999, terminado el décimo Seven de Punta, Campese y Jonah Lomu se quedaron una semana disfrutando de Punta del Este. Un día fuimos a jugar al golf a La Barra Golf Club.
La cancha de La Barra está dividida por un camino de balasto que tiene dos curvas en 90 grados. Estábamos por pegar el drive en el Hoyo 9 cuando vemos que un Fiat Uno que venía muy rápido. Al tomar la curva, pierde el control y vuelca dando un par de vueltas.
Tiramos las bolsas de palos y salimos corriendo a auxiliar.
Obvio que Campese y Lomu llegaron antes que yo.
El auto había quedado dado vuelta con las ruedas para arriba y su conductor, un argentino, estaba medio aturdido y con algunos cortes. Con cuidado lo sacamos y le preguntamos cómo se sentía.
El hombre nos mira y se le ilumina la cara. Lo primero que dice es… – «Campese! …Gracias!»
Vuelve a mirar y exclama, asombrado: – «Lomu!»
Era un fanático del rugby que no entendía cómo era posible que lo estuvieran rescatando esos dos ídolos y lo primero que atinó fue a decir sus nombres. Por suerte fueron solo golpes y se recuperó. No paraba de decir gracias.
Se lo llevó la emergencia y nosotros seguimos la vuelta de golf. Al final del juego Campese se cambia de remera y escribe en la que había usado una dedicatoria con la referencia al «Gracias» que le había causado tanta risa y me la entrega.
Está escrito en italiano (Campo había jugado en el Benetton de Italia) y hoy la remera está colgada en la pared que está frente a la barra del salón principal.