En muchos aspectos, el mundo actual es muy diferente de lo que era hace un año. La relevancia del desarrollo de ciertas habilidades en los líderes de las organizaciones ha surgido con una fuerza importantísima en estos tiempos de cambio. Muchos de esos cambios han llegado para quedarse. Y lo que no podrá permitirse ningún líder es dejar de lado dichas habilidades, cuando todo esto pase y sea solo un recuerdo. Pero también resulta indispensable aprovechar este momento tan particular para transformarnos en mejores líderes, comprendiendo que nuestras decisiones impactan sobre todos los grupos de interés que nos rodean.
Probablemente, ninguna otra crisis reciente haya desvelado la carencia de un nuevo tipo de liderazgo, ético y sustentable, como la derivada por el COVID-19. Las empresas buscan estas nuevas habilidades en sus líderes a la hora de sumar nuevos tomadores de decisiones, y en las búsquedas se requiere, por tanto, mayor nivel de profesionalismo, gestión del cambio y del conflicto, conectar con el propósito, y una verdadera conciencia sistémica. No basta con gestionar. Hoy se demandan líderes con un nivel alto de compromiso con el bien común. Deben consolidar equipos de trabajo y también fortalecer la dignidad y desarrollo personal de los empleados; alcanzar los objetivos económicos respetando y conservando los recursos del planeta.
Un líder sustentable entiende que su capital humano, su gente y sus colaboradores están ahí para ser orientados, acompañados. Un líder sirve a su equipo. Es importante que cuente con una visión de compromiso real con la organización, creando una visión que inspire a aquellos que trabajan para ella y alrededor de ella a participar activamente en metas claves, objetivos y la misión general. Que sean capaces de evaluar rápidamente la brecha entre la alta dirección y los colaboradores, y pensar en estrategias innovadoras para animar a los equipos a actuar y sentirse satisfechos como grandes contribuyentes al éxito de la organización.